Seres de luz. Inocentes y bellos. Reflejan la bondad, la dulzura sin límites, la nobleza en su máxima expresión. Nos pueden, y nos vemos reflejados en ellos. Y no se parecen a nosotros, por suerte nos parecemos a ellos. Por suerte.
Y nos persiguen por todos lados, nos llenan de pelos y nos brindan todo lo que tienen, cada célula de su cuerpo es nuestra, sin condiciones. Fieles de alma, puros de espíritu. Así son ellos. Entregados a nuestra voluntad, compañeros de la vida, de esta y muchas más.
Gracias por estar, por cada mirada tierna, por cada ronroneada brindada. Gracias Mimí por hacerme feliz.
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