martes, 15 de marzo de 2016

Culpable.

Siempre me pregunté porqué es tan difícil encontrar con quien acoplar. Que no es lo mismo que copular, eso sí que es fácil de conseguir con quien. 

Acoplar, encajar, coincidir, conectar. Ser y estar, acá y allá, ahora y siempre.  

Se habla del destino, de dios, de la energía, de los planetas, del karma, del aprendizaje y de la (mala) suerte. Ese tal de “por algo será”. Patrañas. 

Que alguien me cante la posta, sin vueltas, qué hay detrás de la búsqueda del amor?  Por qué este nivel de dificultad? Es que acaso soy ya una jugadora avanzada? 

“Ya vendrá” es la respuesta en el contestador automático de todos. No me convencen. 

Dicen también que el amor todo lo cura, que siempre hay un roto para un descosido.  Mucho dicen pero poco hacen. Discapacitados emocionales. 

Se habla de estadísticas, de casualidades y de causalidades. Y a mí los números no me cierran. Nunca.

Se agotan los recursos? Las herramientas escasean? El tiempo quizás se acabe, o al menos mi paciencia. 

Persigo algo casi extinto, amor que le dicen. Y me siento burlada, señalada y juzgada por semejante acto, por buscar lo que (casi) no existe ya. Pero sí, me declaro culpable. 

Y siempre me pregunté porqué es tan difícil encontrar con quien acoplar. Encajar, coincidir, conectar. Ser y estar, acá y allá, ahora y siempre.  

Y mientras tanto las ganas se disuelven, las palabras duelen y la ignorancia mata.


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